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SUCEDIÓ EN FEBRERO 1937

Era domingo, de madrugada, aún de noche, aún sin clarear; la esperanza era la ilusión y sin embargo… Para algunos la oscuridad duró tres jornadas, para quienes no pudieron completarlas duró la eternidad. Cinco mil, siete mil, diez mil, quince mil… Imposible saber cuántos quedaron en el camino. Miles de miradas hacia el levante, hacia Almería, hacia la esperanza. Miles de miradas perdidas no en el horizonte ¡NO! Perdidas para siempre.

Se conoció años después -cuando la censura gota a gota retrocedía-, en esa semana al menos cuatro mil quinientos malagueños salpicaron de rojo oscuro las tapias del cementerio de San Rafael, con sus malogrados huesos, llenaron las mal abiertas fosas. Esos desgraciados no quisieron la aventura del destierro, optaron por el refugio del hogar tal vez a la espera de la compasión. Tampoco sirvió; Queipo de Llano lo había avisado “Tomaré una cerveza en la calle Larios y lo haré sobre vuestros cadáveres”. No mentía, era hombre de palabra, de palabra brabucona.

Desde Málaga a Almería el cielo parecía claro, solo un espejismo; su limpieza se había roto, no por voluntad propia ¡NO! Desde alta mar, los obuses lanzados por los temibles cañones de los cruceros “Almirante Cervera, Canarias y Baleares” conseguían ensombrecer el firmamento. Sobre los humildes caminantes llovía un diluvio de bombas, un infierno de dinamita; el orden se quebraba. Los ensordecedores cañones se tragaban las esperanzas. Un proyectil explotaba sobre la ladera vertical de un pequeño montículo de pizarra, convirtiendo guijarros en destructiva metralla de piedra. Otro, provocaba el desprendimiento de una ladera enterrando a los desgraciados que por allí huían. Un tercer obús penetraba en la boca de una alcantarilla, explotando y haciendo por su efecto multiplicador, saltar por los aires a personas, animales y carros.

Terminado el festín de los cruceros, llegaba la hora de la aviación, el momento de la metralleta, el ejercicio de los cazas Fiat CR-32 de la Aviazione Legionaria y los Heinkel He-51 de la Legión Cóndor.

Los pilotos lo tomaron como un juego, macabro sí, pero solo un juego; se trataba de dar caza al ratón. Ejercicios para futuras y más peligrosas misiones que Führer y Duce les tenían reservadas. El desperdicio de balas incrustadas en el asfalto, en la tierra, en los tablones de madera de las carretas, no parecían preocupar a los diestros pilotos, las tenían en demasía. Las importantes, las que de verdad contaban, iban destinadas a esos hombres y mujeres, a esos niños y ancianos que huían despavoridos, sin rumbo, sin control; lo hacían del rugido de unos motores volando bajo, tan bajo que incluso se podían sentir las turbulencias del aire. Corriendo o tirados en el suelo, ante las ráfagas, con las manos en la nuca creían proteger sus cabezas. ¡MALDITA SEA! ¡CORRE, CORRE! Gritaban unos con desesperación. ¡AL SUELO! ¡AL SUELO! Gritaban otros. Nadie sabía qué hacer, nadie dónde ocultarse. Varios, deseando hacer invisible su presencia, lo hicieron bajo una carreta. Peor aún. La aguda vista de águila del piloto captó sus intenciones. Felicidad para el malvado -qué mejor que tener amontonados como conejos a esos andrajosos-, comentaba por radio Hahn Schneider a sus compañero de hazaña. En el siguiente sobrevuelo, sustituyó la ráfaga de balas por una bomba.

Al final, el rugido de los motores y la metralla lo ocupaba todo.

Los días 7, 8 y 9 de febrero el sol se ensombreció. Durante mucho, mucho tiempo, de lo ocurrido en la carretera entre Málaga y Almería… ¡SILENCIO! Los muertos al hoyo y los vivos… Los que sobrevivieron, durante años no pudieron escribir su historia. En estos días se conmemora el aniversario de aquella tragedia. El médico canadiense Norman Bethune sería testigo.

Vladimir Merino Barrera

3 comentarios sobre “-SUCEDIÓ EN FEBRERO 1937

  1. Solo me produce asco y vergüenza en Málaga durante mucho tiempo Alameda principal se llamará Generalísimo la calle Molina Lario se llamará a queipo de llano la plaza de la Constitución se llamará José Antonio es asqueroso no tiene nombre

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  2. Así es Enrique, y luego el silencio… muchos de los que sobrevivieron, por miedo (más bien pánico) callaron, pero la verdad siempre vuelve. Incluso los muertos del cementerio de San Rafael nos han traído a la memoria, que Arias Navarro era el fiscal de los juicios sumarísimos y militares, donde pidió (condenó) al paredón a cientos de malagueños; el resto, unos cuatro mil no necesitaron de juicio. Directamente a la fosa.

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  3. Esto que ocurrio los primeros dias de febrero, es la hazaña belica mas cobarde que se a conocido,aqui no habia el argumento de la equivocacion,sabian que era u axodo de persona civiles,mayores jovenes ancianosy niños,sin embargo primero los tres cruceros y luego la aviacion ,hicieron el acto mas vergozoso y vil de la historia.

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